Solidaridad
Mucho antes del 11 de septiembre de 1973, Chile había despertado en el mundo un gran interés intelectual, político e ideológico, por su capacidad -dentro de un sistema democrático- para hacer cambios políticos por la vía electoral. Cuando Salvador Allende, “un socialista cuya trayectoria democrática era conocida”, fue elegido Presidente, muchos artistas e intelectuales de numerosos países vinieron a Chile para observar y participar en la revolución pacifica que Allende proponía. Con Allende y la Unidad Popular, Europa parecía haber descubierto Chile.
Este interés por Chile se multiplicó con motivo de los conflictos derivados de la nacionalización de sus yacimientos de cobre. Al ver atacados sus intereses, las compañías multinacionales mancomunadas con el Gobierno de Estados Unidos se opusieron a la nacionalización, complotando en contra del Gobierno de la Unidad Popular.
El 11 de Septiembre de 1973 el Gobierno Constitucional de la República de Chile fue derrocado por un golpe militar, descargándose una de las más brutales enconadas persecuciones que haya conocido Chile y América Latina y el resto del mundo. Los pueblos del mundo reaccionaron, sus fuerzas políticas se dispusieron a dar su apoyo a una lucha liberadora que pusiera término a la dictadura militar y restituyera la democracia y el estado de derecho en Chile.
Se podría afirmar que este movimiento por la causa de la libertad de Chile tiene parangón sólo con la ola de solidaridad que suscitó la guerra civil española o la agresión norteamericana a Vietnam.
El mundo de la cultura formó parte fundamental de esta gran ola de solidaridad internacional ya que artistas como Violeta Parra, Víctor Jara, Ángel e Isabel Parra, Quilapayún, Inti Illimani y Patricio Manns, ya habían llamado la atención con la Nueva Canción Chilena y la noticia de la tortura y asesinato de Víctor Jara en el Estadio Chile, conmocionó al mundo entero, la comunidad artística internacional reaccionó de inmediato condenando el hecho, solidarizando activamente en los múltiples homenajes que se le rendían a Víctor en muchos países durante todos los años que duró la dictadura militar. Artistas –por nombrar algunos, como Pete Seeger, Aldo Guthrie, Harry Belafonte, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Bono, Peter Gabriel, entre los mùsicos. Entre los dramaturgos, Harold Pinter, Darío Fo, actores como Dame Peggy Ashcroft, Emma Thompson, Vanessa Redgrave, Jack Lemon, Martin Sheen y muchos otros. Entre los poetas, Alberti, Cardenal, Alexandre, Adrian Mitchell. La lista es larga en cada área del arte.
Gracias a los esfuerzos de Joan Jara, que juntó y guardó mucho material concerniente a la solidaridad con Chile. La Fundación Víctor Jara cuenta con una gran cantidad de documentación referente a la solidaridad social y cultural que como una gran ola levantara en el mundo la figura de Víctor Jara. Gran parte de este material invaluable, refleja la lucha que se diera en Chile y en el resto del mundo durante las décadas 70 y 80. La solidaridad internacional con el pueblo de Chile fue un proceso político social persistente en el tiempo, concitó el interés y la preocupación de grupos heterogéneos y amplios de muchos países del planeta. Este fue un gran movimiento que se jugó por la causa de la democracia, la libertad y los Derechos Humanos en Chile
La Fundación Víctor Jara está consciente que esta documentación forma parte de un patrimonio histórico indispensable para el conocimiento de la historia social y cultural de esa época. Con este material creó dentro de su archivo una sección denominada Post 73 . Una base para la reflexión, el análisis teórico y un estimulo para la investigación, la creación y la memoria…para que nunca más en Chile…¡nunca más!
Resistencia en Chile
Para mi el artista es el auténtico creador y por lo tanto en su esencia, un revolucionario.
Víctor nos habla de la libertad y de todos los que luchan hoy por alcanzarla.
Víctor le canta
Al pueblo, a los pobres marginados de todos los pueblos de Sudamérica y del mundo.
Al obrero de la fábrica que en la ciudad muere cada día un poco, aplastado por el capitalismo, en una sociedad deshumanizada. Víctor le canta al amor como único refugio del hombre.
La muerte es su última canción los asesinos no pudieron su canto callar. Y desde ese día entra a combatir en el corazón del pueblo.
El 24 de Septiembre de 1973, en el entierro de Pablo Neruda se escuchó gritar ¡Víctor Jara, presente! ¡Ahora y siempre! Ese fue el primer un grito de dolor, de rabia e impotencia por su muerte, por el horror que brotó incontenible entre los versos del poeta que voceaba el pueblo, el murmullo de La Internacional, y la emoción de todo un pueblo que de esta manera manifestaba su dolor y sus primeros atisbos de rebelión. Venciendo el miedo, muchos de los que asistieron al funeral pasaron frente a la tumba de Víctor rindiéndole un callado homenaje.
Poco tiempo después en las paredes de la ciudad empiezan a aparecer los primeros rayados y en muchas poblaciones murales con el rostro de Víctor y versos de sus canciones.
Víctor estaba censurado, prohibido en las radios y en la televisión y hasta en los hogares, pero a poco andar, casi clandestinamente, en los centros comunitarios, en las parroquias, en los clubes de futbol, en las reuniones sindicales, en los patios de las facultades universitarias empezaron a oírse sus canciones…En su tumba siempre había flores frescas, trozos de papel con mensajes y poemas escritos.
A pesar del miedo los jóvenes comenzaron a agruparse, a organizarse en centros culturales -los que en su mayoría llevaron el nombre de Víctor- que brotaban por todas partes, en las barriadas pobres, al calor de las ollas comunes, en parroquias poblacionales, en ciudades y pueblos a lo largo y ancho de todo país. Año a año se organizaban festivales en homenaje a Víctor, que tenían como lugar cualquier parte, donde se pudiera, ya fuera canchas de futbol, centros vecinales, sedes universitarias, en locales sindicales, y así poco a poco casi sin darse cuenta, se fueron tomando las calles.
En estos homenajes, los artistas más reconocidos y los que no eran tanto participaban sin importarles que la mayoría de las veces tenían que cantar casi a capella, sin amplificación de ninguna especie, tal vez con suerte un micrófono. Pero todos cantando a coro las canciones de Víctor se sentían unidos y con ganas de luchar.
Con este espíritu estallaron las protestas, manifestaciones callejeras masivas que fueron decisivas en la lucha final.
Martes 18 de septiembre de 1973
Primer Entierro dd Victor Jara
…la caminata desde la morgue hasta el lugar del cementerio donde Víctor sería enterrado debió de llevarnos entre veinte y treinta minutos. El carrito chirriaba sobre el pavimento irregular Caminamos y caminamos…mi nuevo amigo Héctor a un lado, mi viejo amigo Héctor al otro. Sólo cuando el ataúd de Víctor desapareció en el nicho que nos habían asignado, estuve a punto de desplomarme.
Joan Jara, del libro Un canto inconcluso
Sólo tres personas detrás del carrito desvencijado y chirriante, Joan y los dos Héctor.
Sabado 5 de diciembre de 2010
Joan -esta vez con sus hijas Manuela y Amanda y miles de chilenos, entierra a Víctor por segunda vez, luego de casi tres días donde sus restos fueron velados en la Fundación que lleva su nombre. Día y noche una fila interminable de personas; hombres, mujeres de todas las edades, muchos jóvenes, colegiales, universitarios, artistas de todas las disciplinas, obreros, campesinos, maestros y muchos más venidos de todas partes del país pasaron y pasaron frente al ataúd en donde estaban los restos de Víctor envueltos en el chamanto que le tejera Angelita Huenumán. Allí se despedían tocando tímidamente el poncho que lo cubría, rindiendo así su homenaje callado y emocionado.
En la Plaza Brasil, frente al lugar del velorio, se oían las canciones de Víctor que surgían desde todos los rincones. Una banda tras otra rendía su homenaje con música, tocando sus canciones. Diabladas del norte bailaban sin descanso frente a la puerta de la Fundación. Los chinchineros, los poetas, todos querían estar presentes. Ríos de gente escribiendo mensajes, recados expresándole sus sentimientos.
Con gran dificultad el auto que llevaba los restos de Víctor, seguido por Joan, Manuela y Amanda a pie bajo un sol abrasador, logra partir. La plaza, las calles, las veredas todo está lleno de gente dispuesta a seguir el cortejo hasta el Cementerio. A medida de su avance más y más personas se van sumando. Nunca cesaron los cantos, los bailes, los gritos, el batir de las banderas. Fue una explosión del profundo amor que el pueblo siente por Víctor… ¡Víctor Jara, presente! ¡Ahora y siempre!